El embalse de Arrocampo, creado originalmente como sistema de refrigeración de la Central Nuclear de Almaraz, ha evolucionado hasta convertirse en un enclave único en España por su valor ecológico. Gracias a sus características particulares, ha dado lugar a un ecosistema singular, rico en biodiversidad, especialmente en lo que respecta a aves acuáticas y palustres. Actualmente, está catalogado como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y forma parte de la Red Natura 2000 desde junio de 2003.
Este espacio protegido, de 830,57 hectáreas, se sitúa en la comarca de Navalmoral de la Mata, entre los municipios de Saucedilla, Almaraz, Romangordo y Serrejón, y ofrece también oportunidades para el turismo ornitológico, con rutas y observatorios señalizados.
Su importancia ecológica radica en su estructura hidráulica y térmica singular. La función refrigerante del embalse genera amplias zonas de aguas poco profundas, de temperatura estable y más elevada de lo normal, lo que favorece el desarrollo de comunidades biológicas específicas. La oxigenación constante del agua, producida por las bombas de refrigeración, también contribuye al equilibrio del ecosistema, influyendo notablemente en la flora y fauna del entorno.
Este entorno proporciona refugio y tranquilidad a decenas de especies, gracias a las condiciones de seguridad de la central, que limitan la presencia humana. Destacan zonas con vegetación palustre —como juncos y eneas—, que favorecen la reproducción de especies escasas en la península, como la buscarla unicolor o el bigotudo, presentes aquí en su principal o único enclave en Extremadura.
En total, en Arrocampo se encuentran 24 especies de aves del Anexo I de la Directiva Aves y 7 elementos de la Directiva Hábitat, entre ellos cuatro peces endémicos (boga de río, colmilleja, pardilla y calandino) y un mamífero (la nutria). También son habituales la garza imperial, el martinete, el calamón o el aguilucho lagunero, que utilizan el embalse tanto en periodo reproductor como en invernada. Las condiciones ambientales —turbulencia, temperatura, oxigenación y niveles del agua— están rigurosamente controladas durante todo el año por la Central Nuclear de Almaraz, lo que garantiza la conservación óptima de este enclave único y su biodiversidad.


